Tuberculosis Aviar

 

Autores: Andres David Montes Reales; Naila Kailith Sanchez Sepulveda



Tuberculosis aviar

Definición

 La tuberculosis aviar, o micobacteriosis, es una enfermedad importante de las aves que afecta a aves de compañía, aves exóticas cautivas, y aves y mamíferos salvajes y domésticos. La enfermedad suele estar causada por Mycobacterium avium subesp. avium (M. a. avium). No  obstante, existen más de diez especies micobacterianas distintas de M. a. avium que se ha observado que infectan a las aves. La causa más importante de la enfermedad de las aves de corral es M. avium (OIE, Sf)


Sinónimos 

Micobacteriosis



Importancia económica

Esta enfermedad causa pérdida progresiva de peso, caquexia, diarrea y palidez en la cresta, barbillas y cara. Los órganos parenquimatosos (especialmente el hígado y el bazo) están agrandados y se encuentran granulomas (tubérculos) de varias tallas. Las lesiones pulmonares se presentan muy raramente, lo que ocasiona bajas producciones y baja rentabilidad dejando graves pérdidas económicas (El sitio avicola, 2021)


Reseña histórica

Antes del descubrimiento del bacilo de la tuberculosis, Paulicki había notado ya la semejanza entre la tuberculosis de las aves de corral y las tuberculosis del hombre y de los mamíferos. Luego R. Koch (1882) demostró bacteriológicamente la tuberculosis de las gallinas. Pero al principio consideró idénticos a los del hombre y mamíferos los bacilos de la tuberculosis de las aves, mientras otros investigadores (Maffucci, Strauss y Gamaleia) llamaron la atención sobre las particularidades de los bacilos de la tuberculosis de las últimas. R. Koch, cambió, entretanto, de opinión, mas otros investigadores, al frente de ellos Romer y M.Koch y Rabinowitsch (1907), siguieron creyendo los bacilos de la tuberculosis de las aves idénticos a los de la tuberculosis del hombre y mamíferos, porque habían logrado infectar experimentalmente gallinas con material morboso de personas y de animales mamíferos y aislar en cultivo puro bacilos de tuberculosis aviaria de las alteraciones tuberculosas (Ecured, 1969).

Esta idea fue más tarde abandonada, por haberse comprobado que en gallinas exentas de toda infección tuberculosa, como demostraba la prueba tuberculínica, la infección experimental por medio de bacilos de tuberculosis humana o bovina producía sólo, en el peor caso, alteraciones locales que curaban, pero nunca lesiones tuberculosas como las que se presentan en la tuberculosis espontánea de las gallináceas (Tschebnitz 1923, Ritchters, R. Eber y otros). Se comprobó, además, que los bacilos de la tuberculosis de las aves pueden producir alteraciones tuberculosas en cerdos (O. Bang, Mohler y Washburn), y, en casos aislados, en otros mamíferos (Ecured, 1969) .



Frecuencia (Especies susceptibles)

La enfermedad tiene una distribución mundial y se da en muchas clases de aves, aunque no todas las variedades presentan igual susceptibilidad. El microorganismo origina tuberculosis en pollos y aves de corral así como en otras aves (aves domésticas y silvestres) pero también puede afectar a una amplia variedad de diferentes especies animales como cerdos, ganado bovino, ciervos, ovejas, cabras, caballos, gatos, perros y especies exóticas (Pedraza, sf)

Incidencia y distribución

La tuberculosis aviar es muy frecuente y su incidencia es alta en las pequeñas granjas campesinas en donde las gallinas se mantienen muchos años, y los corrales e instalaciones están contaminados. En las granjas industriales la infección ocurre raramente, debido a la reposición rápida de las aves, las condiciones de mantenimiento y las medidas de higiene. La tuberculosis de los pavos está asociada a la de gallinas infectadas. Los patos y gansos son poco susceptibles a M. avium (Pedraza, sf)


Etiología

 La tuberculosis de las aves de corral es causada por el bacilo de la tuberculosis aviaria (tipo gallinácea del bacilo de la tuberculosis). Solamente la tuberculosis de las aves de lujo se debe las más veces abacilos de tuberculosis humana. Las infecciones ocasionales de las aves de corral por bacilos de tuberculosis humana o bovina, incluso cuando prenden, carecen de importancia práctica, ya que a lo sumo producen alteraciones locales que propenden a la curación (Ecured, 1969)

Periodo de incubación

Como la pared de las bacterias es compleja y son muy exigentes en requerimientos nutricionales, crecen con lentitud y tienen un tiempo de generación de 12 a 24 horas con un rango 2 horas hasta 21 días, variando según las especies y condiciones de cultivo, para el que necesitan medios enriquecidos y que contengan yema de huevo. Las micobacterias son resistentes a la desecación, los ácidos y álcalis y sensibles a la luz solar directa, luz UV, temperatura superior a 70°C, sublimado corrosivo y desinfectantes orgánicos; como fenol y cresoles (Neira, 2006)

Transmisión

Los bacilos tuberculosos que se exudan de las lesiones tuberculosas ulceradas del intestino en aves, resulta una fuente constante de bacterias virulentas. Aunque existen otras fuentes de infección, ninguna iguala a la materia fecal infectante en la diseminación de la micobacteriosis aviar. El aparato respiratorio también es una fuente potencial de infección, especialmente si existe lesión en la mucosa traqueal (Neira, 2006)

Los bacilos tuberculosos aviares pueden persistir en el suelo por largo tiempo Schalk et al., encontraron un patio contaminado con M. avium viables y virulentos en la cama y suelo después de cuatro años de haber retirado una parvada infectada. Además, demostraron que las bacterias se conservan viables en cadáveres enterrados a un metro de profundidad por 27 meses. Esta capacidad para sobrevivir fuera del huésped tiene cierto riesgo para los cerdos y las aves domésticas y silvestres (Neira, 2006).


Síntomas

El período de incubación más corto es de 20 días tras la infección artificial según Hjärre y Wramby, citados por Dorn (1973). En las infecciones naturales hay que contar con un espacio de tiempo de por lo menos dos a tres meses entre la primera ingestión de gérmenes y la aparición de manifestaciones clínicas. Muchas veces no se observan síntomas hasta el segundo año de vida. A diferencia de los mamíferos la mayoría de las especies de aves con micobacteriosis muestran signos relacionados con el tracto gastrointestinal. Las excepciones incluyen a los pichones, aves acuáticas y algunos pinzones, en los que la enfermedad empieza en el tracto respiratorio (Neira, 2006).

La micobacteriosis aviar involucra principalmente el tracto gastrointestinal y se presenta como una enfermedad crónica, aunque aves en buen estado de carnes pueden morir súbitamente. Pérdida de peso, depresión, diarrea y poliuria con pobre respuesta antibiótica es lo reportado por los propietarios de aves. Mal estado de plumas, caquexia, distensión abdominal, debilidad, masas conjuntivales y subcutáneas son hallazgos típicos. Puede observarse disnea si existe compromiso pulmonar (Neira, 2006).

Los signos se manifiestan cuando la enfermedad ha progresado suficientemente como para afectar el estado físico del ave, la cual se observa deprimida, en mala condición corporal a pesar de mantener el apetito, los músculos pectorales se encuentran atróficos y consecuentemente la quilla se hace notablemente saliente. El mal estado de plumas y la resequedad de la epidermis expuesta son evidentes (Neira, 2006).


Lesiones

En la necropsia se halla enfermo lo más a menudo el hígado, el cual se ve aumentado de volumen y color, ya rojo pardo, ya notablemente amarillo o grisamarillento. En casos avanzados, presenta degeneración adiposa y es quebradizo, friable. El número y tamaño de los focos tuberculosos que contiene varían mucho. Los foquitos pequeños como grano de mijo (miliares) y los todavía menores (submiliares) son transparentes como vidrio, blancogrises o blancos y, a veces, también amarillentos (Ecured, 1969).

Al seccionarlos, aparecen, ora uniformemente hialinos o con un puntito amarillento en el centro. Mientras los focos pequeños no sobresalen de la superficie del hígado, los mayores forman nódulos más o menos prominentes. Los focos que alcanzan el tamaño de guisantes son amarillos o amarillopardos, y su superficie puede ser transparente u opaca. La sección de semejantes focos es hialina en la periferia y en el centro presenta el aspecto de queso duro, más rara vez toda la superficie es blanda o únicamente en la parte central. Los todavía mayores pueden alcanzar el tamaño de avellanas y aun de nueces. Ora semejan esferas, ora, sobre todo cuando resultan de la coadunación de varios nódulos, ofrecen una superficie como de coliflor. Los nódulos mayores son amarillos y duros como cartílagos o más duros aún, de manera que sólo pueden cortarse con trabajo, pero al cortarlos no suelen rechinar, porque sólo excepcionalmente contienen sales de cal. Su superficie de sección también es amarilla o grisamarillenta, pero rara vez uniforme. Se caracterizan por anillos concéntricos que recuerdan el dibujo del ágata o por manchas amarillo-claras o amarillooscuras mezcladas con otras gris sucias, de modo que la superficie de sección semeja la pulimentada de conglomerados de mármol (Ecured, 1969).

 


Diagnostico

En el animal vivo, generalmente sólo permiten diagnosticar la enfermedad la demostración de bacilos de tuberculosis en las eliminaciones y secreciones o el resultado positivo de la prueba tuherculinica, por la gran semejanza de las manifestaciones clínicas con las de otras enfermedades (verminosis, cólera de las aves de corral, tifus de las mismas, paratifus). En la necropsia suele bastar para diagnosticarla el hallazgo de focos circunscritos, consistentes, a menudo de dureza cartilaginosa, con caseificación o reblandecimiento centrales. En estos casos merecen especial atención las alteraciones óseas, que afectan, en la mayoría de los casos de tuberculosis, a los huesos largos ya mencionados (Ecured, 1969).

Prueba tuberculínica

Para descubrir la infección tuberculosa en las aves de corral, es adecuada la prueba intradérmica de Van Es y Schalk (1914); en cambio, son inadecuadas la prueba tuberculínica subcutánea y la ocular. El resultado positivo de la prueba intradérmica es un signo cierto de infección tuberculosa; en cambio, el resultado negativo indica con menos certeza la ausencia de tuberculosis.

A menudo, la reacción positiva no se presenta en aves muy decaídas precisamente a causa de tuberculosis y, por otra parte, transcurren hasta tres semanas, después de la infección, antes de que el animal reaccione a la tuberculina. Por esto, en aves enflaquecidas, únicamente tiene valor el resultado positivo de la prueba tuberculínica e, incluso en aves robustas, el negativo sólo decide la exclusión de la infección tuberculosa cuando la prueba, repetida, por lo menos, tres semanas después, resulta de nuevo negativa (Ecured, 1969).

Técnica e interpretación de la prueba tuberculínica

En la gallina, se inyecta en medio del borde anterior de la barbilla 0,1 c. c. aproximadamente de tuberculina de ave de corral concentrada o al 50 % en la piel (en caso de necesidad, también se puede inyectar en una orejuela o en la cresta) (Ecured, 1969).

Si se ha de repetir la prueba, se debe recurrir a la otra barbilla, ya que, según Revesz (1931), el tejido inyectado una vez con tuberculina permanece insensible a ésta desde algunas semanas hasta dos meses (cosa no confirmada por Bamberger (1942). En condiciones prácticas, las aves no tuberculosas no se hacen sensibles a la tuberculina por las inyecciones de la última (según Radtke, son menester para esto siete inyecciones como mínimo, efectuadas con intervalos de una semana) (Ecured, 1969).

Poco después de la inyección, los alrededores del punto inyectado se hinchan incluso en aves no infectadas, a causa de la lesión de los tejidos y de las materias irritantes no específicas contenidas en la tuberculina. En las aves no infectadas, esta tumefacción especificara desaparece de las 24 a las 36 horas después; en cambio, en las gallinas que reaccionan positivamente, la hinchazón se transforma en una tumefacción específica; muy patente a las 36-48 horas, que desaparece paulatinamente, tardando, a veces, de 7 a 8 días. Por esto, la prueba debe juzgarse desde las 36 a las 48 horas que siguen a la inyección (Ecured, 1969).

Suerodiagnóstlco

Desde que Moses, Feldmann y Mann (1943) encontraron satisfactoria la prueba de aglutinación en experiencias de laboratorio, empleando cepas de bacilos de la tuberculosis aviar bien emulsionables, para el estudio del suero de las gallinas sospechosas de tuberculosis, Larson y Feloman (1950) elaboraron un método en portaobjetos, aplicable a la exploración heinática de las aves en el gallinero (Ecured, 1969).

Este método de sangre fresca llegó a hacer superflua la utilización de las pruebas tuberculínicas, y, además, puede aplicarse a la vez para descubrir en las aves las infecciones tíficas. Los resultados obtenidos hasta la fecha son alentadores, aunque todavía falta un juicio decisivo sobre la efectividad del método. (Ecured, 1969)


Control

La tuberculosis de las aves de corral se considera hoy como una enfermedad incurable, por lo cual la lucha contra la enfermedad debe establecerse a base del sacrificio de los animales enfermos y de preservar la salud de los no contagiados aún. A los corrales no infectados no deben llevarse sino aves de criaderos libres de tuberculosis (en este sentido es de importancia el reconocimiento oficial de tales criaderos, como exentos de tuberculosis) y, si esto no es posible, las adquiridas de nuevo se mantendrán aisladas y se someterán dos veces a la prueba tuberculinica con el intervalo de 3 a 4 semanas, dependiendo su empleo como aves reproductoras del buen resultado de la investigación. (Ecured, 1969)


Tratamiento

Una vez demostrada la presencia de la tuberculosis en un corral, deben sacrificarse, no solamente las aves enfermas visiblemente, sino también las que sólo reaccionen a la tuberculina, va alojar en lugar limpio de tuberculosis la parte sana de la población avícola. Mediante una nueva investigación, efectuada de 3 a 4 semanas después (y, más tarde, al menos, anualmente), y la eliminación de las aves que reaccionan, el corral se mantiene definitivamente limpio de tuberculosis. (Ecured, 1969).


Zoonosis

En los humanos, M. avium es capaz de inducir una enfermedad progresiva que es resistente al tratamiento. Todas las operaciones que impliquen el manejo de cultivos vivos abiertos de M. avium, o de material de aves infectadas, deben realizarse con un nivel adecuado de contención del biorriesgo.

En humanos, las infecciones por M. avium pueden causar infecciones locales con nódulos linfáticos inflamados en ciertas regiones. La infección es más severa en individuos inmunocomprometidos.

El potencial zoonótico de esta enfermedad ha adquirido relevancia con la pandemia de HIV por ello todas las maniobras que involucren la manipulación de microorganismos viables, deben ser llevadas a cabo con adecuadas medidas de bioseguridad (Pedraza, sf).


Referencias

Ecured. (1969). Tuberculosis aviar. Recuperado el 2021, de Ecured.cu: https://www.ecured.cu/Tuberculosis_aviar

El sitio avicola. (2021). Tuberculosis aviar. Recuperado el 2021, de El sitio avicola.com: https://www.elsitioavicola.com/publications/6/enfermedades-de-las-aves/264/tuberculosis-aviar/

Neira, R. (2006). Estudio macro y microscópico de la tuberculosis aviar. Recuperado el 2021, de Ciencia.lasalle.: https://ciencia.lasalle.edu.co/cgi/viewcontent.cgi?article=1122&context=mv#:~:text=El%20per%C3%ADodo%20de%20incubaci%C3%B3n%20m%C3%A1s,la%20aparici%C3%B3n%20de%20manifestaciones%20cl%C3%ADnicas.

OIE. (Sf). Tuberculosis Aviar . Recuperado el 2021, de Oie.int: https://www.oie.int/fileadmin/Home/esp/Health_standards/tahm/3.03.06_Tuberculosis_aviar.pdf

Pedraza, L. (sf). Enfermedades Infecciosas de Las Aves. Recuperado el 2021, de Es.scribd.: https://es.scribd.com/doc/39500003/Enfermedades-Infecciosas-de-Las-Aves

 

 

 
















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